Escrito por Ivo Príamo Alvarenga
Columnista de LA PRENSA GRÁFICA
Quienes comprometidos con la libertad, defendiéndola, criticamos en los medios escritos a su peor amenaza, el FMLN, recibimos en correos electrónicos bocanadas de insultos.
En un tiempo acostumbraba contestarlos, rebajándome en ocasiones a su degradante vocabulario soez. Hasta que una persona muy bien informada me aconsejó darles cero importancia, pues según sabía eran obra de equipos mantenidos por el partido de izquierda para responder en esa forma a los articulistas, formular preguntas tendenciosas en los programas de entrevistas por televisión o hacer llamadas cuando en esta se hacen sondeos de opinión.
El parecido del palabrerío y la repetición de nombres, seguramente falsos, me daban en verdad la impresión de ser hechos por la misma, o las mismas, personas. Lo digo en pasado porque a la costumbre de no responderlos he agregado la de no leerlos. Al aparecer la primera ofensa o apenas aflora su espíritu afrentoso, los borro. Cuando la injuria se desprende del título, ni siquiera los abro.
Hay algunos que siendo fuertemente críticos conservan capacidad de argumentación. Esos los examino con atención. Los replico en privado, o en público, como quiero hacer con uno que comenta mi pasado artículo donde afirmo que de ganar las elecciones el señor Funes, lo que está sucediendo en Nicaragua es nuestro triste destino.
Falta a la seriedad creer que lo ocurrido en aquel país tendrá lugar en el nuestro, sostiene no porque tenga filiación política, dice, sino porque tiene sentido común, del cual carecen mis afirmaciones. Las condiciones son distintas. Allá el Frente tuvo éxito en la lucha armada, aquí no; el FSLN ha tenido dos veces la presidencia, el FMLN nunca; el partido de derecha ha sido tan violento allá como es el de izquierda en El Salvador.
Adolece de sentido común (el menos común de los sentidos) y es poco serio decir que esas diferencias harán distinto al gobierno de Ortega del régimen de los comandantes en nuestra amenazada nación. Sus diferencias son casuales e intrascendentes. Sus semejanzas son de fondo, permanentes y determinantes. Digo de los comandantes porque serán quienes mandarían. El señor Funes es solo un señuelo, una añagaza para los votantes tan ingenuos como el que me escribió. Su carencia de autoridad ha sido evidenciada muchas veces, la última cuando cándidamente ofreció que se investigaría y se sancionaría a los responsables de la violencia en Meanguera. Nadie le prestó atención.
Los comandantes del FMLN mantuvieron con el FSLN una alianza soldada con plomo durante la guerra. La siguen teniendo. Véase para muestra el dorado botón de Sánchez Cerén al solidarizarse con el “decreto”, que sería ridículo si no fuese tan trágico, con el que Ortega ha pretendido, contra toda lógica jurídica o moral, legitimar sus “elecciones”.
Tienen otra cosa en común que asegura una marcha al unísono. Sus ídolos, dioses que en realidad son demonios. Fidel Castro, a quien Sánchez Cerén llama “mi comandante”, es el principal, en tanto depositario de la verdad absoluta del marxismo-leninismo. Chávez porque lo respalda ese “poderoso caballero, don Dinero”. Y el para nuestro medio poco conocido Mahmoud Ahmadinejad, un diablo con el que Ortega ha hecho pactos que sin duda contraerían nuestros comandantes, del cual es necesario tomemos consciencia porque es otro de los que el mando efemelenista traería a pisotear nuestra dignidad nacional “por unos dólares más”, como decía la famosa película italiana, o, para mayor actualidad, “por unos cuantos barriles de petróleo”.
Columnista de LA PRENSA GRÁFICA
Quienes comprometidos con la libertad, defendiéndola, criticamos en los medios escritos a su peor amenaza, el FMLN, recibimos en correos electrónicos bocanadas de insultos.En un tiempo acostumbraba contestarlos, rebajándome en ocasiones a su degradante vocabulario soez. Hasta que una persona muy bien informada me aconsejó darles cero importancia, pues según sabía eran obra de equipos mantenidos por el partido de izquierda para responder en esa forma a los articulistas, formular preguntas tendenciosas en los programas de entrevistas por televisión o hacer llamadas cuando en esta se hacen sondeos de opinión.
El parecido del palabrerío y la repetición de nombres, seguramente falsos, me daban en verdad la impresión de ser hechos por la misma, o las mismas, personas. Lo digo en pasado porque a la costumbre de no responderlos he agregado la de no leerlos. Al aparecer la primera ofensa o apenas aflora su espíritu afrentoso, los borro. Cuando la injuria se desprende del título, ni siquiera los abro.
Hay algunos que siendo fuertemente críticos conservan capacidad de argumentación. Esos los examino con atención. Los replico en privado, o en público, como quiero hacer con uno que comenta mi pasado artículo donde afirmo que de ganar las elecciones el señor Funes, lo que está sucediendo en Nicaragua es nuestro triste destino.
Falta a la seriedad creer que lo ocurrido en aquel país tendrá lugar en el nuestro, sostiene no porque tenga filiación política, dice, sino porque tiene sentido común, del cual carecen mis afirmaciones. Las condiciones son distintas. Allá el Frente tuvo éxito en la lucha armada, aquí no; el FSLN ha tenido dos veces la presidencia, el FMLN nunca; el partido de derecha ha sido tan violento allá como es el de izquierda en El Salvador.
Adolece de sentido común (el menos común de los sentidos) y es poco serio decir que esas diferencias harán distinto al gobierno de Ortega del régimen de los comandantes en nuestra amenazada nación. Sus diferencias son casuales e intrascendentes. Sus semejanzas son de fondo, permanentes y determinantes. Digo de los comandantes porque serán quienes mandarían. El señor Funes es solo un señuelo, una añagaza para los votantes tan ingenuos como el que me escribió. Su carencia de autoridad ha sido evidenciada muchas veces, la última cuando cándidamente ofreció que se investigaría y se sancionaría a los responsables de la violencia en Meanguera. Nadie le prestó atención.
Los comandantes del FMLN mantuvieron con el FSLN una alianza soldada con plomo durante la guerra. La siguen teniendo. Véase para muestra el dorado botón de Sánchez Cerén al solidarizarse con el “decreto”, que sería ridículo si no fuese tan trágico, con el que Ortega ha pretendido, contra toda lógica jurídica o moral, legitimar sus “elecciones”.
Tienen otra cosa en común que asegura una marcha al unísono. Sus ídolos, dioses que en realidad son demonios. Fidel Castro, a quien Sánchez Cerén llama “mi comandante”, es el principal, en tanto depositario de la verdad absoluta del marxismo-leninismo. Chávez porque lo respalda ese “poderoso caballero, don Dinero”. Y el para nuestro medio poco conocido Mahmoud Ahmadinejad, un diablo con el que Ortega ha hecho pactos que sin duda contraerían nuestros comandantes, del cual es necesario tomemos consciencia porque es otro de los que el mando efemelenista traería a pisotear nuestra dignidad nacional “por unos dólares más”, como decía la famosa película italiana, o, para mayor actualidad, “por unos cuantos barriles de petróleo”.
http://laprensagrafica.com/index.php/opinion/editorial/2774.html
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La nota del día
No dejan entrar en Zimbabwe a Carter, partero de genocidios
Es muy difícil defender a Somoza pero más todavía defender a Ortega, terrorista, homicida convicto, acusado de violación por su propia hijastra, ladrón de bienes ajenos y déspota.Carter tampoco pudo entrar en Nicaragua después de las elecciones de hace dos semanas, país que padece desde hace treinta años las consecuencias de sus fechorías. Fue Carter quien propició los eventos que llevaron a la caída de Somoza, a la prolongada guerra de Nicaragua y a la agresión comunista contra El Salvador y Guatemala.
nota completa http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_opinion.asp?idCat=6342&idArt=3062546
La desilusión del 'cambio' cubano
elpais.com
YUMA GÓMEZ CORNEJO-Madrid
El Gobierno de Raúl Castro no responde a las esperanzas que generó el relevo de Fidel, según el análisis de varios expertos reunidos en MadridUn grupo de expertos reunidos en Madrid para analizar la situación de la economía cubana pintó un negro panorama, en el que las esperanzas de cambio que despertó el relevo de Fidel Castro por su hermano Raúl no se han visto cumplidas. Así, medidas como que los cubanos puedan adquirir teléfonos móviles y ordenadores suponen una burla, dada la precaria situación de la mayoría de los cubanos, que no sólo no tienen los medios para adquirir estos productos, sino que tienen que dedicar una gran cantidad de tiempo a "resolver", es decir, a buscar día a día la manera de subsistir.
nota completa http://www.elpais.com/articulo/internacional/desilusion/cambio/cubano/elpepuint/20081126elpepuint_3/Tes
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