El gobierno sandinista mostró un proceso electoral plagado de irregularidades, sin transparencia, donde se impidió la observación internacional, contra toda lógica. Los Sandinistas probablemente mantendrán cierto nivel de legalidad en el recién pasado proceso electoral, pero perderán legitimidad, por que los medios de comunicación independientes, tanto nacionales como internacionales han denunciado las anomalías, aumentando el descrédito y el desgate político del gobierno de Ortega.
Juan Ramón Medrano
Analista político
redaccion@centroamerica21.com
Una Victoria Pírrica
El presidente del Movimiento de Renovación Sandinista Enrique Sáenz al referirse a las serias irregularidades de las elecciones recién pasadas (denunciadas por la iglesia y oposición nicaragüense) dijo: "el fraude es un ensayo de lo que el CSE prepara para las elecciones presidenciales". Y es que esa es la principal preocupación que surge entre los nicaragüenses y por asociación, también entre los salvadoreños; pues existe mucha similitud entre el pensamiento político-ideológico y los métodos del FSLN con los del FMLN, aunque para algunos el FMLN es mucho más radical.
Para algunos personajes de extrema derecha no existe diferencia entre los seguidores del Socialismo del Siglo XXI y los que comulgan con el Socialismo Democrático o Socialdemócratas. Pero en la práctica hemos visto que mientras en Brasil y Chile, donde existen gobiernos socialdemócratas, se respetaron las elecciones en las que los partidos de gobierno de Lula y Bachelet perdieron las alcaldías de Sao Paulo y Santiago entre otras; por el contrario, el Frente Sandinista y el presidente Daniel Ortega de Nicaragua, fiel seguidor de Chávez, ha echado mano de todas las ventajas que le da el poder para mantener la alcaldía de Managua y otras de importancia en el país, mientras que Chávez el adalid del Socialismo del Siglo XXI, amenaza con usar al ejército si es necesario, contra la oposición.
El domingo 9 de noviembre fueron las elecciones para elegir 146 alcaldes de Nicaragua, entre ellos al de Managua, que por cierto, se ha convertido en el principal punto de atención de la opinión pública nacional e internacional. Las autoridades de la Iglesia Católica de Nicaragua han deslegitimado los resultados de las elecciones del domingo, en un documento firmado por 9 obispos, encabezados por Monseñor Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua y presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua. Hablan de la frustración de la ciudadanía por los resultados electorales en muchas municipalidades. Afirman en su comunicado: "la base de esa frustración que percibimos en nuestra gente tiene como fundamento una serie de irregularidades tales como: supresión de personerías jurídicas de partidos políticos, retraso de proceso de cedulación, la no entrega a tiempo de muchas cédulas, la no acreditación de observadores nacionales e internacionales" y otras irregularidades que desde el punto de vista de la institución que representan "deslegitiman y ponen en entredicho el proceso electoral en muchos municipios y cabeceras, arriesgando la institucionalidad democrática del país".
El gobierno sandinista mostró un proceso electoral plagado de irregularidades, sin transparencia, donde se impidió la observación internacional, contra toda lógica. Los Sandinistas probablemente mantendrán cierto nivel de legalidad en el recién pasado proceso electoral, pero perderán legitimidad, por que los medios de comunicación independientes, tanto nacionales como internacionales han denunciado las anomalías, aumentando el descrédito y el desgate político del gobierno de Ortega.
Este desgaste y debilitamiento político aumenta, además, por que las medidas de choque y las anomalías electorales han sido implementadas, sobre todo, en contra de su más importante aliado político, el ex presidente Arnoldo Alemán y su partido PLC, que fueron los facilitadotes de la reforma constitucional que permitió la cerrada victoria electoral presidencial a Ortega. Ahora Alemán y compañía se han convertido en la principal fuerza opositora al gobierno Sandinista.
¿Un Ensayo de Fraude?
Ortega y el Frente Sandinista decidieron utilizar los recursos económicos y materiales del Estado a su favor, lo cual es ya un problema, aunque también lo hagan la mayoría de los partidos en el poder; pero el problema principal está en controlar y manipular a su favor el engranaje electoral, restándole así, total transparencia al proceso al ilegalizar a los adversarios, al evitar la observación internacional y al utilizar la violencia en contra de la oposición. En estos tiempos de alto desarrollo técnico de las comunicaciones, la tendencia internacional en los países democráticos es mostrar el desarrollo de los procesos electorales con la mayor transparencia posible; no solamente permitiendo si no que promoviendo la observación y vigilancia de diferentes instituciones nacionales e internacionales, por que estos son elementos consustanciales de los procesos electorales democráticos. El presidente Daniel Ortega por el contrario, ha demostrando en estas elecciones un limitado espíritu democrático, y que poco le importa la crítica interna que importantes organizaciones cívicas de su país hicieron y siguen haciendo al sistema y la organización electoral; que poco le interesa la opinión de importantes entidades internacionales y gobiernos democráticos del mundo (entre ellos los países de la comunidad europea) sobre las graves irregularidades del proceso electoral.
Al final, el punto central en Nicaragua no es quién terminará ganando la alcaldía de Managua, lo grave es la manipulación del sistema electoral para producir resultados que favorecen al partido gobernante, es decir, el irrespeto a las reglas del juego de un incipiente sistema democrático. Las preguntas que ahora debemos hacernos los nicaragüenses y también los salvadoreños son: ¿Habrán aprendido los sandinistas la lección de febrero de 1990, pero en forma bizarra? ¿Es este un ensayo del fraude de las presidenciales como dijo el renovador Enrique Sáenz? De ser así, de ahora en adelante van a utilizar todos los recursos, incluyendo la fuerza y la violencia, para mantenerse a toda costa en el poder, tal y como lo está haciendo el presidente Chávez en Venezuela. Esto sería altamente peligroso en el actual contexto de crisis económica mundial, pues de ser así, Nicaragua sería un foco de inestabilidad para los países vecinos, en momentos en que necesitamos la unión y estabilidad de la región centroamericana para enfrentar con éxito la crisis.
http://centroamerica21.com/edicion84/pages.php?Id=550
Ortega y el Frente Sandinista decidieron utilizar los recursos económicos y materiales del Estado a su favor, lo cual es ya un problema, aunque también lo hagan la mayoría de los partidos en el poder; pero el problema principal está en controlar y manipular a su favor el engranaje electoral, restándole así, total transparencia al proceso al ilegalizar a los adversarios, al evitar la observación internacional y al utilizar la violencia en contra de la oposición. En estos tiempos de alto desarrollo técnico de las comunicaciones, la tendencia internacional en los países democráticos es mostrar el desarrollo de los procesos electorales con la mayor transparencia posible; no solamente permitiendo si no que promoviendo la observación y vigilancia de diferentes instituciones nacionales e internacionales, por que estos son elementos consustanciales de los procesos electorales democráticos. El presidente Daniel Ortega por el contrario, ha demostrando en estas elecciones un limitado espíritu democrático, y que poco le importa la crítica interna que importantes organizaciones cívicas de su país hicieron y siguen haciendo al sistema y la organización electoral; que poco le interesa la opinión de importantes entidades internacionales y gobiernos democráticos del mundo (entre ellos los países de la comunidad europea) sobre las graves irregularidades del proceso electoral.
Al final, el punto central en Nicaragua no es quién terminará ganando la alcaldía de Managua, lo grave es la manipulación del sistema electoral para producir resultados que favorecen al partido gobernante, es decir, el irrespeto a las reglas del juego de un incipiente sistema democrático. Las preguntas que ahora debemos hacernos los nicaragüenses y también los salvadoreños son: ¿Habrán aprendido los sandinistas la lección de febrero de 1990, pero en forma bizarra? ¿Es este un ensayo del fraude de las presidenciales como dijo el renovador Enrique Sáenz? De ser así, de ahora en adelante van a utilizar todos los recursos, incluyendo la fuerza y la violencia, para mantenerse a toda costa en el poder, tal y como lo está haciendo el presidente Chávez en Venezuela. Esto sería altamente peligroso en el actual contexto de crisis económica mundial, pues de ser así, Nicaragua sería un foco de inestabilidad para los países vecinos, en momentos en que necesitamos la unión y estabilidad de la región centroamericana para enfrentar con éxito la crisis.
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